CHRISTOPHER 
                REEVE 
              Nunca 
                hubiera querido escribir estas líneas: Christopher Reeve -25.9.1952, 
                Nueva York-, ha fallecido a los 52 años el día 10 de octubre a 
                las 17.30 en el Hospital Northern Westchester, estado de Connecticut, 
                a consecuencia de un paro cardíaco que lo dejó en coma el pasado 
                sábado, coma del que no se recobró.
              Nadie 
                ignora que hace nueve años, concretamente el 28 de mayo de 1995, 
                sufrió un accidente en una competición hípica, de resultas de 
                la cual se fracturó un par de vértebras del cuello quedando tetrapléjico. 
                
              El 
                interprete de Superman nos ha dejado después de luchar bravamente 
                por espacio de nueve años contra la parálisis que le afectaba. 
                Su fuerza de voluntad, su actividad y su entereza, no son, en 
                este caso, los acostumbrados elogios de circunstancias. 
              Christopher 
                Reeve fue un ejemplo constante que predicaba no con palabras sino 
                con hechos; mucho antes de su accidente ya era miembro comprometido 
                en movimientos ecologistas, sociales y políticos, después 
                creó una Fundación para luchar contra la discapacidad, escribió 
                un libro, dirigió películas y también hizo de actor sentado en 
                su silla de ruedas... 
              Sería 
                tópico decir que fue un auténtico Superman, pero realmente lo 
                ha sido ya que supo luchar valerosamente contra el desánimo y 
                la depresión, no sólo suyas, también de aquellos que le rodeaban 
                como eran su familia y amigos, e hizo algo más, abrir un camino 
                de esperanza para muchos en su caso participando sin desmayo en 
                una lucha muy dura, la de intentar convencer a gobiernos como 
                el suyo, para que permitiesen el uso de las células madre con 
                fines terapéuticos. 
              Sin 
                embargo no lo consiguió, al menos en vida; es de esperar que ahora, 
                cuando para él ya no existe remedio, su tenacidad obtenga los 
                resultados que se deseaban y muchos enfermos puedan beneficiarse 
                de ellos.
              De 
                no haberle fallado el corazón, tal vez hubiera podido llegar a 
                andar puesto que sus maratonianas sesiones de recuperación habían 
                conseguido casi el imposible de hacerle tener sensibilidad en 
                las piernas y mover un dedo de la mano... 
              Lamentablemente 
                nunca lo sabremos pero ahí queda la esperanza: si él pudo, otros 
                podrán.
              Christopher 
                Reeve tuvo tres hijos, dos con Gae Exton y uno con su esposa Dona, 
                una mujer maravillosa que ha estado con él hasta el último momento, 
                y que no dudamos que, con el resto de la familia, luchará para 
                continuar con la obra de su marido. 
              Descanse 
                en paz.