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Mis libros en papel...

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ELSÍNDROME DE CAPERUCITA ROJA
Charles Dickens

Lo primero que NO debes hacer, si deseas publicar, es seguir arrastrando el síndrome de Caperucita Roja en la jungla editorial, es decir, abandonar toda ingenuidad al suponer que enviando tus originales a cualquier empresa editora ya está el asunto resuelto, porque la cosa no funciona así. Sin embargo el caperucitismo lo hemos padecido todos en nuestros comienzos, y lo seguiremos padeciendo, porque es como el sarampión, o sea, obligatorio, no te preocupes.

Ten presente que:

Las editoriales no suelen pedir a los desconocidos sus obras, por lo tanto, cuando se les mandan no las leen. Muchas de ellas ni tan siquiera las devuelven como no se les ruegue incluyendo sobre y sellos con el original enviado.

Pero lo más importante es que al no leerlas, todo el esfuerzo, preparar, ir a correos, luego esperar, suele ser en vano y, sobre todo, un auténtico calvario.

Respecto a los concursos ya di mi opinión en el artículo anterior MATADERO DE ILUSIONES.

Y por lo que hace a los agentes literarios, que asimismo existen en España, el trato con ellos es difícil y laborioso, porque, igual que las grandes editoriales, sólo escogen a escritores famosos, lo que significa mercado seguro; aquí es muy difícil encontrar al agente literario que lleve los asuntos de un desconocido, tampoco te hacen ni caso, simplemente no existes y, de existir, será por recomendación.

En el extranjero es diferente; los agentes suelen descubrir nuevos valores y sacarlos del anonimato.

Algo que también debes saber sobre las agencias literarias: obligatoriamente todas han de ser legales y en el caso de que fichen a alguien deben extenderle un contrato y nunca cobrarle por adelantado lo que todavía ellas no han negociado de sus representados. Si una editorial acepta la obra entonces se puede hablar de dinero. Te lo cuento porque hoy en día circulan por ahí muchos seudo agentes que prometen el cielo y la gloria, enredan, y finalmente cobran por no haber hecho nada. Es necesario, pues, ser muy cauto en este sentido y caso de que te diera por ir a una agencia, lógicamente estás en tu derecho, elige siempre una de prestigio reconocido y de seriedad garantizada.

Después de todo lo expuesto, te preguntarás, ¿qué es lo que debo hacer si quiero publicar, que me editen?; la respuesta no es fácil ni el procedimiento sencillo, y aquí vuelve a intervenir la paciencia puesta a prueba una vez más.

Yo te aconsejaría, por muy cínico que suene, que te busques padrinos, influencias, o amigos de amigos de amigos de... De lo contrario corres el riesgo de quedar inédito para siempre. Aunque la solución intermedia podría consistir en entrar en una gran editorial como simple oficinista, chico de los recados, mozo de almacén, señora de la limpieza, y no ironizo, o haber estudiado periodismo y empezar por ahí: un periodista tiene muchas más facilidades para editar gracias al medio en el que se desenvuelve. Establece contactos y los contactos son básicos a la hora de publicar, eso o los milagros, que ya no se dan.

La tercera opción la tenemos en recurrir a la imprentas digitales, que las hay muy buenas y de precios asequibles, y embarcarse en la empresa de convertirse en editor, pequeño editor, se entiende, costumbre que se va abriendo paso lentamente en nuestro país. Puede hacerse pero fallan muchas infraestructuras, la principal es la promoción de los libros, porque eso cuesta carísimo, me refiero a los anuncios, prensa, radio, tele, y entonces hay que recurrir a lo que se tiene más a mano como pueda ser Internet, rápido y barato, o, por lo menos, al alcance de quien disponga de un ordenador.

Sé de algunos escritores que comienzan a afirmarse en el mundillo literario español porque se auto publicaron sus libros y luego, valientemente, fueron a venderlos por las calles o llamando a las puertas, incluso de pueblo en pueblo, hubo quien vendió su libro por un plato de comida, y este singular vía crucis se vio premiado con que al gustar la novela empezando a ser comentada, grandes editoriales los detectaron contratándoles. Increíble pero cierto, aunque yo diría mejor, muy triste pero cierto.

En cuanto al extranjero, pese a todos sus triunfalismos aparentes, el publicitado "llegó, vio y venció", también existen los mismos casos, por ejemplo Christopher Paolini ofrece una historia similar: a los catorce años empieza a escribir Eragon, su padre se lo publica con muchas dificultades económicas en una edición familiar, comenzando el peregrinaje de ir de librería en librería y de presentaciones en las que el joven Christopher iba disfrazado de personaje de cuento, el suyo, haciendo espectáculo, hasta que un día el autor Carl Hiasen, casado con una señora que tiene un hijo adolescente, va de vacaciones al pueblo en donde vive el joven novelista y su hijastro entra en una librería, encuentra el cuento, lo compra, se lo lee y convence al marido de su madre para que a su vez lo lea "porque es estupendo"... El resto es bien conocido: Carl Hiasen se pone en contacto con la editorial que le publica sus libros, y Paolini entra en la leyenda de los afortunados. ¿Puede hablarse de que las cosas se solucionaron por arte de birlibirloque?, ¿de qué el éxito llovió del cielo?, me parece que no porque fueron años de trabajo duro antes de conseguirlo.

Ahora bien, en estos afanes podemos encontrarnos con determinados cantos de sirena de los que debes huir, me explico, se trata de esos editores que te ofrecen publicar tu obra en coedición, lo que significa que tú pagarás una parte y ellos otra. No dejes que te engañen; tú pagarás toda la edición sin haberte dado cuenta, no te harán ninguna promoción y al final te quedarás con algunos libros "regalados" graciosamente por el editor, eso sí, tendrás la satisfacción inmensa de haber visto tu obra en papel cosa que te llenará de una enloquecida y momentánea felicidad, pero nada más.

Sobre este mismo asunto existe una variante de la que hay siempre que desconfiar: el autor que ha difundido su obra por Internet recibe un día cierto e-mail de una desconocida editorial que, colmando de alabanzas su talento, le ofrece publicar una de sus novelas y cuando el incauto aún no se ha recobrado de la grata sorpresa, se le envía, sin haberlo solicitado la víctima, un contrato que sólo tiene que firmarse y en el cual se estipula que el "afortunado" tendrá que pagar ipso facto cerca de dos mil euros, para ver su obra publicada en el término de 18 meses, es decir, que si en ese plazo la editorial cierra te quedas compuesto y sin libro.

En cuanto a los libreros, que cobran normalmente el 30% por venta de libro, algunos te los expondrán en el escaparate, es cierto, o en sitios visibles de su comercio, pero habrá otros a los que tendrás que aumentar su porcentaje si pretendes que hagan lo mismo, de lo contrario vas a tener que buscarlos con lupa por las estanterías. Bueno es saberlo, ¿no crees?

Una cosa que te recomiendo, es que cuando te decidas a enviar al mundo tu obra, sea por el procedimiento que sea, antes, la hayas registrado cuidadosamente en el Registro de la Propiedad Intelectual, así, si se diera el caso de un hipotético plagio, que puede darse por raro que parezca pues basta con difundirla inocentemente por Internet sin haber tenido esta precaución, al menos te quedará el derecho a la protesta legal.

¡Ah!, olvidaba lo más importante, si la opción que elijas te da resultado, corre a ponerle una vela a santa Rita, porque ¡lo habrás conseguido!

Un consejo, no te deprimas por cuanto acabo de exponer, el mundillo editorial es así y también lo era en los tiempos de las hermanas Brontë y de Charles Dickens, por ponerte sólo cuatro ejemplos ilustres, que de haber hay muchos más, piensa que ningún novel está solo en ese camino; siempre avanza en la mejor compañía.

También has de tener presente esto: la única manera de alcanzar nuestro objetivo literario es, e invariablemente será, la perseverancia; no existe otra fórmula.

 

© 2007 Estrella Cardona Gamio
14.9.2007

 

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